COLUMNA REPRODUCIDA: LA DERIVA AUTORITARIA
Sin que todavía salga a la luz, se acentúa día a día en Colombia un fuerte deriva autoritaria. Es posible detectarla, por ejemplo, en intelectuales a los que uno solía asociar con ideas liberales, como Mauricio Vargas y Juan Lozano.
Por: Andrés Hoyos
Ellos, cada que se presenta la ocasión, arremeten sin piedad contra el Gobierno, retiñen de negro cualquier episodio hasta volverlo una tragedia y anuncian la consecuente debacle. Con agresividad inusitada, refuerzan la sensación de que Juan Manuel Santos no irradia autoridad. Y, en efecto, es imposible negar que la gobernabilidad del presidente es endeble.
Yo no entendía a qué juegan, pues es previsible que un proceso de paz razonable como el que podría firmarse a mediados de año en La Habana, sumado a una economía debilitada aunque muy lejos de la recesión, hagan que el país vire hacia el centro o el centro izquierda. Pues bien, una persona bien enterada me explicó que este grupo juega precisamente a evitar dicho viraje, protagonizado por figuras como Humberto de la Calle o Sergio Fajardo. El principal personaje en la sombra ya no es Álvaro Uribe, como cabía sospecharlo, ni ninguno de sus alfiles –sobre todo no Óscar Iván Zuluaga–, sino el mismísimo vicepresidente candidato Germán Vargas Lleras, cuyo principal rival, por ahora, es su propia salud.
El guión que se prepara es claro. La paz, apenas firmada y aparatosamente refrendada, será calificada como mala por su excesiva generosidad y se dirá que no queda más remedio que respetarla. La deriva autoritaria se distanciará de ella, pero sobre todo entrará en colisión con los movimientos de extrema izquierda, cercanos a las Farc, que surjan. Las huestes del vicepresidente cuentan con la torpeza de estos movimientos, ejemplificada por las burdas maniobras que se les vieron durante el fallido paro nacional. No, definitivamente los de ese extremo no saben para quién trabajan.
El próximo episodio de esta trama subterránea es la inminente elección del Fiscal general. Vargas Lleras y su grupo impulsan a Néstor Humberto Martínez –otro que echó las ideas liberales al olvido–, quien reforzaría la estrategia descrita. El segundo candidato fuerte es Yesid Reyes, ministro de Justicia, cercano a la Casa de Nariño pero, sobre todo, defensor de posiciones más liberales. La mujer que pongan de tercera en la terna, así aporte un importante prestigio, tiene pocas posibilidades de salir elegida.
Cualquier persona con una mentalidad abierta tiene que situarse en la orilla opuesta a la de quienes favorecen la deriva autoritaria. Se trata de un proyecto peligroso. De cerrar filas a la derecha, el país minimizará la generosidad con las víctimas del conflicto. Si el problema central es la falta de autoridad, se elige a un mandamás que la ejerza y listo. El pago de la deuda social quedará postergado y los estragos causados por la desigualdad serán infravalorados. Esta tendencia también engavetará políticas indispensables, como el viraje en la guerra contra las drogas, pues uno los ve a diario montados en el caballito de batalla prohibicionista, sin entender que el mundo va raudo por caminos alternativos y que Colombia corre el riesgo de ser el último idiota del paseo. Un tercer factor, la lucha contra la corrupción, no promete vivir sus mejores días si se impone la deriva autoritaria. Hasta la violencia podría cobrar nuevos ímpetus de caer Colombia en manos vengativas.
andreshoyos@elmalpensante.com
Comentarios
Publicar un comentario